Contradecir lo que alguien exprese o no admitir lo que propone u ofrece
Mostrar oposición o desprecio a una persona, grupo, comunidad, etc.
Quien alguna vez a sufrido desprecio, entiende que es ser rechazado. Pero este sentimiento no es producto de la acción del que rechaza, sino de las expectativas que quien lo siente haya puesto en la respuesta del primero.
Cuando creemos que somos dignos, o hemos realizado un acto que el otro esperaba de nosotros, nos creemos ganadores del premio de su agradecimiento. Lo que no esperamos es su rechazo.
Pero le hemos preguntado o hemos supuesto que era eso lo que necesitaba o esperaba de nosotros.
Otras veces estamos tan necesitados del otro que la dependencia emocional no lleva a buscar constantes aprobaciones y es entonces cuando sufrir rechazo es más grave para nuestra autoestima. Poner en la decisión de otro como nos sentimos, no es una realidad ya que lo que hacemos es interpretar sus actos de acuerdo a lo que creemos que debe ser o queremos que sean, y lo más importante nos olvidamos de que es otra mente la que realiza la conducta y no la nuestra. Es decir, esperamos que nos apruebe porque creemos saber lo que piensan, lo que casi nunca es verdad.
Buscamos la aprobación, el cariño, porque creemos que solo así somos felices. Cuando realmente solo intentamos adivinar que es bueno y siempre lo hacemos desde nuestra perspectiva, lo que pocas veces coincide con la de los demás.
En definitiva, el rechazo solo es una frustración por no cumplise una expectativa propia, unida a una dependencia emocional de la aprobación de los otros creación propia y al no creer que si mismos somos valiosos.
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